INCIDENTE EN ALTAMAR

SUMARINO

El submarino argentino ARA Santa Fe (S-21) ex USS Catfish (SS-339) en septiembre – octubre del año 1971 durante un operativo conjunto con naves de la flota de USA (no está la fecha exacta porque los detalles se hundieron con el sumergible, al ser atacado por los ingleses) .

Al encontrarse el “Santa Fe” semi sumergido, no fue detectado con prontitud por uno de los buques intervinientes en el operativo, el cuál se aproximó a gran velocidad con rumbo de colisión.

Ante la emergencia el comandante ordena: – ¡INMERSIÓN INMERSIÓN! – rápidamente y cada cuál a su puesto. Pero la maniobra se realiza con tanta velocidad que no se pudo controlar ni detener la inercia, y el sumergible comienza a caer como una piedra acercándose peligrosamente al fondo. El casco cruje a medida que la presión, por efecto de la profundidad, aumenta llegando al punto de la implosión, que es estrujarse el casco hacia su interior destruyéndolo todo.

Ante semejante contingencia, el comandante da otra perentoria orden para detener la inmersión:

¡Soplar tanques de lastre, planos arriba, máquinas TODA FUERZA ATRÁS!

Pero se continúa DESCENDIENDO … 400 … 450 …400…450…500… ¡¡600 pies!! de profundidad (unos 200 metros). Todo un récord para la época y el tipo de BUQUE.

El submarino no reacciona, los libres de guardia corren hacia popa para tratar de compensar y estabilizar la inclinación con el peso de más de 80 tripulantes. Y nada, la nave no reacciona, los manómetros indicadores de la profundidad no paran de subir, la línea luminosa en el visor de sonar indica el fondo que se acerca vertiginosamente.

Todos los tripulantes presienten el impacto inminente, y fuertemente se toman de lo que pueden para aguantar el golpe que, finalmente sobreviene como un crujido final aunque sin parar ahí.

A causa de la compresión que es elástica por el tipo de material con que se construye un submarino. Como si fuese un resorte gigante da la sensación que rebota pegando con la panza del casco varias veces contra el fondo, hasta que finalmente se detiene.

En este caso, por la posible fractura del casco, se espera oír el fatídico ruido del agua de mar invadir el interior del “Santa Fe”, que a esa profundidad supera los veinte kilos de presión por centímetro cuadrados.

A la espera de lo peor, un silencio pesado los envuelve. Cual si fuese un sepulcro, casi a oscuras por ahorro de energía, solo se escucha las agitadas respiraciones y el fluir del aire comprimido que sopla los tanques de lastre para desalojar el agua, y liberarse de ese peso para lograr de nuevo el ansiado camino hacia la flotabilidad positiva.

El submarino continúa enterrado y pegado al fondo cenagoso. Succionado por esa masa y a la espera de una reacción hacia la flotabilidad positiva y salir de esa condición.

El comandante se mantiene sereno, buena señal, para que cada tripulante cumpla con las funciones específicas. Quienes están en el cuarto de control mantienen los ojos fijos en los instrumentos indicadores de profundidad. A la espera de ver moverse esas paralizadas agujas manométricas y comenzar a despegar del fondo.

Y… ¡Ese instante llegó como si hubiesen tocado la luna con las manos! ¡Un clamor de alegría combinada con gritos y abrazos brotan espontáneos!

Comienza el ascenso a superficie mientras se desprenden toneladas de barro adherido al casco, al principio lentamente después, aumenta la velocidad hasta hacer aflorar a la nave en superficie, en medio de un revoltijo de espuma y barro.

Desde los buques cercanos, observan la espectacular salida a superficie, y también lo manifiestan con gritos y exclamaciones de alegría, vuelven a vivir.

Los observadores testifican que el submarino con sus 85 metros de eslora afloró como una gigantesca ballena jorobada hasta casi la mitad fuera del agua, envueltos en una increíble montaña de espuma, sin más secuela que el susto mezclado con una alegría tremenda de seguir vivos.

Héctor Edgardo Scaglione

2 comentarios el “INCIDENTE EN ALTAMAR

  1. Carlos Alberto Damelio dice:

    El incidente relatado aquí no corresponde a la unidad mencionada y el no es el correcto. El submarino que tuvo este incidente fue el ARA Santiago del Estero (S-22) o USS Chivo (SS-341) en el año 1972. El incidente se produjo cuando finalizado un ejercicio antisubmarino con la flota de mar. Al finalizado del ejercicio se dio por finalizado por la cual por medio del teléfono subacuo se le pide al buque encargado del ejercicio la autorización para subir a plano de periscopio. El buque encargado del ejercicio comunica al submarino que se dio la orden de alejamiento de todas las unidades de superficie y autorizaba que subiera a plano de periscopio. El destructor ARA «Domec Garcia» no recibió el finalizado del ejercicio por algún problema en las comunicaciones y siguió con el ataque antisubmarino sobre el submarino, produciéndose una colisión con el submarino y una de sus hélices rompe la vela del submarino provocándole graves daño en su estructura y mástiles. El resto del desarrollo explicado aquí fue así.

    Suboficial Mayor Operaciones Sonarista Submarinista (RE) Carlos Alberto Damelio

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